miércoles, 13 de junio de 2007

No hay comentarios:


Platero y yo. Juan Ramón Jiménez

EL ECLIPSE

Nos metimos las manos en los bolsillos, sin querer, y la frente sintió el fino aleteo de la sombra fresca, igual que cuando se entra en un pinar espeso. Las gallinas se fueron recogiendo en su escalera amparada, una a una. Alrededor, el campo enlutó su verde, cual si el velo morado del altar mayor lo cobijase. Se vio, blanco, el mar lejano, y algunas estrellas lucieron, pálidas. ¡Cómo iban trocando blancura por blancura las azoteas! Los que estábamos en ellas nos gritábamos cosas de ingenio mejor o peor, pequeños y oscuros en aquel silencio reducido del eclipse.

Mirábamos el sol con todo: con los gemelos de teatro, con el anteojo de larga vista, con una botella, con un cristal ahumado; y desde todas partes: desde el mirador, desde la escalera del corral, desde la ventana del granero, desde la cancela del patio, por sus cristales granas y azules...

Al ocultarse el sol que, un momento antes, todo lo hacía dos, tres, cien veces más grande y mejor con sus complicaciones de luz y oro, todo, sin la transición larga del crepúsculo, lo dejaba solo y pobre, como si hubiera cambiado onzas primero y luego plata por cobre. Era el pueblo como un perro chico, mohoso y ya sin cambio. ¡Qué tristes y qué pequeñas las calles, las plazas, la torre, los caminos de los montes!

Juan Ramón Jiménez Platero y yo (Elegía Andaluza) 1907-1916


Platero y yo (Juan R. Jiménez)

Platero y yo es uno de esos libros que marcan vidas, y dejan huella más allá de la comunidad lingüística en la que fue concebido. Sin duda es la obra más conocida de Juan Ramón Jiménez, uno de los grandes escritores que ha dado España, figura clave del modernismo y cuya labor mereció la concesión de el Premio Nobel en 1956. Juan Ramón ha sido un poeta con una sola ambición, la de una obra poética harmoniosa, tan perfecta como el propio concepto de poesía puede permitir, tomada en como un todo, que aún está por publicar de forma íntegra. En este contexto, Platero y yo aparece como una excepción, un libro aparte. Consiste en una larga serie de capítulos cortos en los que el poeta narra sus impresiones sobre la vida, el mundo y las cosas y los personajes de su pueblo natal, Moguer, en la provincia de Huelva. Nos lo va contando a los lectores y oyentes hablando al oído de su burro Platero, que lo acompaña a lo largo de todo el libro convirtiéndose, a ojos del público, en el personaje principal: el tierno, manso y siempre leal amigo Platero. Es una obra de la que han gozado niños y mayores del todo el mundo durante ya casi un siglo, y que presentamos aquí con ilusión y orgullo.